Nos enamoramos de la persona equivocada cuando nos mantenemos en relaciones que no cubren nuestras necesidades emocionales, donde no hay responsabilidad afectiva o que nos generan malestar, es común preguntarse por qué se repite este patrón. La realidad es que rara vez se trata de una simple casualidad. Detrás suelen estar influyendo factores psicológicos, emocionales e incluso biológicos que determinan la manera en que nos vinculamos.
¿Crees que es casualidad que encuentres a la persona equivocada una y otra vez?
Muchas veces buscamos en nuestras relaciones aquello que sentimos que nos falta: seguridad, reconocimiento, compañía o afecto. En otras ocasiones, la pareja se convierte en un refugio para tapar heridas emocionales que aún no hemos resuelto. Entender cómo funciona el proceso del enamoramiento y qué papel tienen nuestra historia personal y nuestra autoestima puede ayudarnos a identificar por qué repetimos ciertos vínculos.
¿Cómo nos enamoramos?
Nos enamoramos en una etapa inicial en la que confluyen procesos psicológicos, emocionales y bioquímicos. En el cerebro se liberan sustancias como la dopamina, la oxitocina y la serotonina, que intensifican la sensación de euforia, placer y conexión con la otra persona.
A nivel psicológico, el enamoramiento nos impulsa a idealizar al otro, a proyectar nuestras expectativas y deseos, y a buscar puntos de afinidad que refuercen la sensación de “haber encontrado a alguien especial”.
Este proceso es natural, pero también puede hacer que pasemos por alto señales de alerta o minimicemos conductas que, a largo plazo, resultan dañinas.
El papel del apego en nuestras relaciones
El patrón de apego se desarrolla desde la infancia y constituye un modelo interno de cómo entendemos las relaciones.
- Apego seguro: favorece la confianza, la comunicación abierta y la estabilidad emocional.
- Apego ansioso: suele llevar a una búsqueda constante de aprobación y miedo al abandono, lo que puede derivar en dependencia emocional.
- Apego evitativo: implica dificultad para expresar necesidades afectivas, tendencia al distanciamiento y resistencia al compromiso.
Estos estilos no son etiquetas inamovibles, pero conocerlos permite reconocer por qué atraemos o permanecemos en ciertos tipos de relaciones y qué dinámicas estamos repitiendo.
Autoestima y necesidad de validación cuando nos enamoramos
La autoestima influye de manera directa en nuestras elecciones afectivas y en cómo nos enamoramos.
- Cuando está fortalecida, permite establecer límites, reconocer el propio valor y construir relaciones basadas en la reciprocidad.
- Cuando es frágil, aumenta la necesidad de validación externa, lo que puede llevar a aceptar conductas dañinas, a permanecer en relaciones insatisfactorias o a buscar constantemente aprobación.
La necesidad de ser visto, valorado o querido es legítima en todo ser humano. Sin embargo, cuando esa necesidad se convierte en la base de la relación, se generan dinámicas de dependencia que limitan el crecimiento personal y el bienestar emocional.
Romper el ciclo de patrones repetitivos
El primer paso para transformar la manera en que nos relacionamos es tomar conciencia de los patrones que repetimos y preguntarnos qué función cumplen.
- ¿Estoy buscando en el otro algo que necesito trabajar en mí?
- ¿Me aferro a una relación por miedo a la soledad?
- ¿Estoy priorizando la validación externa sobre mi propio bienestar?
Tomar conciencia de lo que ocurre no siempre trae alivio inmediato, pero sí abre un espacio para comprender qué se repite, por qué sucede y qué necesitamos para no volver a transitarlo de la misma manera.
Repetir patrones de pareja suele ser una experiencia dolorosa. No se trata solo de “elegir mal”, sino de vivir una y otra vez dinámicas que generan daño, sensación de vacío y cuestionamientos sobre uno mismo. Ese dolor merece ser reconocido y atendido con cuidado, sin juicios ni exigencias de “tener que poder con todo”.
El trabajo terapéutico ofrece un espacio para revisar la historia personal, comprender el origen de estos patrones, fortalecer la autoestima y desarrollar recursos que permitan establecer vínculos más sanos. Construir una relación consciente implica aprender a reconocer nuestras necesidades, expresarlas con claridad y relacionarnos desde un lugar de autenticidad, en lugar de desde la carencia.